Lean con imaginación:
Erase una vez, en un lugar muy, muy lejano, una princesa aburrida.
Estaba ella sentada al lado de un conejo junto a sus siete amiguitos, cuando comenzó a pensar que quería hacer algo diferente.
Entonces se acercó al negocio de la señora Hada Madrina y compró un buen montón de globos de colores inflados con helio y salió volando por los aires. Y desapareció así por un ratito del mundo, pero por un rato no más, porque al final cada uno tiene su lugar aquí, y siempre va a haber alguien que lo va a echar de menos a uno, aunque a veces pensemos lo contrario.
Y así se fue alejando de la mano de sus globos de colores, y voló tan, tan alto, que los globos comenzaron a reventarse uno a uno por el calor del sol. Entonces la princesa aterrizó primero sobre una nube esponjosa, y después de saltar en ella mucho rato, durmió una siesta mientras las palomas le cantaban al oído.
Después de cinco sueños despertó y brincó a un arco iris y lo usó como un resbalín para aterrizar en la olla de oro que por supuesto devolvería a los duendes, porque siempre había sido una princesa honrada.
Luego caminó por la montaña hasta dar con el caminito de miguitas de pan que la condujeran a alguna casita de chocolate y caramelos. Comió y comió hasta que pudo rodar montaña abajo para no tener que caminarlo todo.
De vuelta en el valle, y después de tal festín, caminó sigilosa por el oscuro bosque encantado en busca de algún príncipe azul.
Después de caminar un par de minutos, sintió un ruido y vio lo que buscaba, entonces la princesa se echó al suelo rápidamente y cerró los ojos...siempre dicen que los “príncipes azules” no pasan junto a una mujer que tenga los ojos bien abiertos...
Para toda mi pipul que aun cree en los príncipes azules!